EL
ESPEJO CIEGO
- ¿Me ves? –formula sonriendo
mientras ella mueve la cabeza hacia los lados explorando la imagen.
Su rostro es familiar pero no la reconoce.
Nuevamente, el silencio y su mueca retorcida
ante la imagen la sumergen en una neblina que espesa su entendimiento.
- Mi nombre es Mortífera, pero no
se lo digas a nadie. Será nuestro secreto.- pronuncia sutilmente tapándose la
boca de la que escapa una sonrisa aguda-. Tranquila yo cuidaré de ti.
No reacciona. Sus pequeños y enrojecidos ojos
miran sin ver. Nadie las ha presentado pero sabe que existe. Lo sabe. La ha
visto en alguna otra parte aunque no recuerda dónde. Iba sola, caminando hacia
ella mientras trataba de hacerse camino entre el caos que se ha apoderado de
ella. El cansancio le puede. Suspira y asiente.
- ¡Deprisa! Escóndeme que pueden
vernos. ¿Estás viendo? Nadie podrá interrumpirnos mientras me miras.
Concéntrate y todos creerán que no hay nada tras el espejo. Únicamente tú. ¿Cómo
te llamas?
El silencio sigue contemplando su imagen sin
dar paso a las palabras. Se miran mientras la joven tambalea y se mueve lentamente
hacia adelante. No recuerda las letras que se unen para poder pronunciarlo. Su
gesto se contrae en una mueca atormentada. –No
recuerdo, no recuerdo, no puedo recordar –repite una y otra vez sujetando
su cabeza. Entre las manos.
- No importa. Voy a buscarte uno que
te agradará. Déjame que piense –pronuncia repicando su largos y esbeltos dedos
sobre la grisácea hendidura de su mejilla. Suspira, la mira, sonríe y tras un
chasquido sonoro con sus dedos se detiene y la señala.
- Lo tengo. El tuyo, a partir de
ahora, será Obsesión. Divina Obsesión. No me digas que no es precioso. Me
fascina –pronuncia lentamente relamiendo con su lengua cada una de las letras.
- No es cierto- replica por primera
vez la muchacha acobardada.
- Sí. Lo es. Te lo has ganado,
aunque eso ahora no importa. Vamos a jugar a un juego. ¿Qué letra prefieres, A
ó B?
- No te entiendo.
- A de anorexia. B de bulimia. Es
muy fácil.
La joven sigue esperando. Las fuerzas la
abandonan por momentos y su voluntad se hace más pequeña doblándose tras una
mirada profunda que cae sin piedad hacia un pozo sin fondo. No ve el final
mientras su cuerpo gravita en el descenso. Recuerda otro tiempo, ya lejano en
su memoria, en el que su sonrisa mostraba unos labios carnosos hambrientos por
vivir. Ahora, frente a los pedazos rotos de su esencial imagen desdibujada todo
es oscuro y se resiste a frenar su propio tormento. De pronto, las lágrimas
resbalan sin permiso por el surco violeta que contienen sus ojos. Unos ojos que
otrora fueron luz y existencia, ahora se marchitan traicionados por una imagen
que ni siquiera reconoce.
- -¡Maldito espejo! –grita
ahogando una voluntad que ni siquiera es la suya.
Se abraza mientras finge la triste sonrisa
tantas veces ensayada. Quiere…pero no puede. No puede. No puede más…pero lo
intenta. Mortífera la observa silenciosa. Conoce los efectos. Sabe que más
tarde o más temprano pasará al otro lado, y debe darse prisa en conseguirlo. El
tiempo pasa deprisa. Detrás de su espalda se ocultan las marcas de sus
víctimas, los restos de otras vidas que sucumbieron ante el espejo igual que
ella está a punto de hacer. Falsas
promesas cargadas de mentiras envueltas.
- No te preocupes. Sólo tienes que
elegir. En realidad, el orden no alterará el producto si te lo propones en
serio el éxito está garantizado, pero llegar al final tiene sus reglas. Tendrás
que seguir al pie de la letra todas mis instrucciones.
- No sé si podré –replica
sorbiendo mientras pasa las manos por su cara-. Tengo hambre.
- Eso sólo será al principio.
Después te sentirás mejor.
- Todos me obligan a comer.
Recuerdo que me gustaba. Era agradable cuando no me dolía, cuando tenía ganas
de hablar, de vivir, de reír. No puedo concentrarme en nada. Lo intento…pero no
puedo.
- Eso son tonterías. Créeme. Todos
te admirarán al verte cada día más…guapa.
- No estoy segura. Mi cuerpo
entero ruge, se retuerce. Me siento débil.
- Bobadas. ¡Serás perfecta! Es
nuestro mejor proyecto. Muchas lo desean y tú has sido la elegida. Te lo
mereces, te mereces lo mejor que te puede pasar en la vida, créeme –sentencia Mortífera
nerviosa alzando los brazos al el cielo mostrando su macabra anatomía.
La muchacha observa atentamente sus
costillas, su pelvis, su mentón pronunciado. Quizás por primera vez tomando
conciencia de algo que ha empezado a suceder. Mariposas grises. Una orquesta de
huesos dispuestos a salir de un cuerpo que busca desesperadamente su alimento:
almas vencidas por la imagen de un suspiro. Espejos ciegos. La obsesión
lastima. Empieza a verlo. Lo siente muy adentro. La maldita delgadez complace. -¿Acaso
no eso lo que siempre deseaste? –pronuncia Mortífera luchando por entrar en
su cerebro taladrado.
Ella escudriña las palabras, las reúne, las
aplasta, las mastica, las envuelve, retrocede y dispara:
- -¡NO! ¡VETE! –estalla derramando el resto de sus fuerzas contra el espejo enemigo.
Exhala agotada mientras la bestia desaparece hecha añicos gritando maldiciones.
Libre como antes. La carrera ha terminado y
su vida empezará de nuevo.
Nadie la ve, ni siquiera ella. Sabe que éste
será un nuevo comienzo. El miedo da paso a la esperanza. Hoy ha decidido vivir.
Pepa Fraile 2013
http://issuu.com/editorialjus/docs/revista_justa_agosto_2013?e=7800647%2F4253123