8 nov 2011


HIJA...ME GUSTAS MUCHO. Y TU A MÍ TAMBIÉN.

No voy a reproducir la breve conversación que hoy he mantenido con una de mis hijas porque de lo contrario...me mataría, muerta de la muerte, pero tengo que decir que me ha encantado.
Lo cierto es que convivir con adolescentes, para aquellos que lo saben, es la cosa más difícil que me he echado a la cara desde que tengo uso de razón. Cualquier tiempo pasado fue mejor, os lo aseguro.
Desde hace algunos años vivo en la permanente confianza de que las cosas, cuando no van bien, siempre pueden ir mejor, y eso me levanta el ánimo muchos días en los que la cabeza me da vueltas hasta el infinito y más allá...Una que por suerte es optimista muchos días. Los adolescentes son una fuente de energía inagotable y sorprendente. Eso sí, no volvería a la adolescencia ni por todo el oro del mundo...bueno sí... puntualmente si con ello volviera a ver en el espejo una cara ausente de arruguillas(siendo condescendiente conmigo misma) y un cabello ausente de canas...y alguna otra cosa que no viene al caso,pero claro, todo un tiene un precio...y la edad, como escuché un día por ahí es un trofeo que uno le gana a la vida cada día que se levanta, respira, se ríe, vive y convive.
El caso es que los adolescentes te enseñan mucho. Mucho más de lo que ni ellos mismos saben que te están mostrando con sus palabras, con sus silencios y con sus actos. Muchos días, casi todos, lo cotidiano se llena de ejercicios de equilibrio, las prisas se llenan de nervios, las preocupaciones se alimentan de intuiciones que una no querría tener por eso de pertenecer al género femenino. En ocasiones, los pasillos se llenan de gritos y, por suerte, las recompensas se llenan de sonrisas silenciosas y sonoras...en fin, el día a día.
En esa época de la vida en la que los padres acabamos siendo casi siempre el enemigo, en la que luchar contra dragones para convertirse a toda costa en los héroes que algún día fuimos es una constante y en la que parecemos el banco de españa, cuando una corta pero produnda conversación finaliza con las frases: - Hija, me gustas mucho. - Mamá, tú a mí también, la sonrisa aparece en tu cara como si te hubiera tocado la lotería, una lotería del corazón que no tiene más palabras. Solo una honda respiración de orgullo pensando...esa es mi niña.

PepaFraile 2011

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